Covid-19, un gran obstáculo hacia la atención personalizada

Los especialistas en geriatría llevaban tiempo reclamando avances en el sistema de salud centrados en las necesidades específicas de cada paciente, pero el coronavirus no ha hecho si no retrasar este urgente proceso, incluso agravando más la problemática

Ha pasado más de un año desde que la Covid-19 irrumpiese en nuestras vidas. Más de un año desde que un 14 de marzo de 2020 se parara el mundo; una pandemia mundial había llegado a nuestras vidas para cambiarlo todo. Aún a día de hoy nos invade un sentimiento de incertidumbre y desesperanza que no cesa, y que se magnifica con el que posiblemente se haya vuelto nuestro peor enemigo: el cansancio.

Primero, dejamos de ser libres y, de repente, dejamos de ser personas para convertirnos en números. Número de fallecidos, número de contagios, índice de positivos. Tras más de un año de pandemia, estudios como el de la Universidad de Harvard (2020) ponen de manifiesto que más del 95 % de los fallecidos en EEUU por la pandemia han sido personas de más de 50 años. Pero este tipo de datos tan escalofriantes también nos llegan a España, con cifras que superan las 27.000 víctimas mortales en el conjunto de residencias públicas y privadas del país, recogidas en los diez primeros meses de pandemia.

El problema no acaba ahí. Si algo demuestran los estudios es que la pandemia ha dejado de lado muchos aspectos de atención geriátrica en pos de la supervivencia y, como consecuencia, se han desarrollado patrones sintamológicos tanto psicológicos como físicos. Una de las más comunes ha sido la caquexia, un estado que, entre otras causas, se produce por el aislamiento, la falta de movilidad y una disminución de la ingesta calórica, motivada a menudo por la falta de apetito.

Tal y como subraya la Sociedad Europea para la Nutrición Clínica y el Metabolismo (ESPEN), sus síntomas más habituales consisten en una importante pérdida del peso corporal, una reducción y un deterioro drástico de la masa muscular (sarcopenia), y una debilidad generalizada, lo que dificulta aún más la recuperación motora y cognitiva de las personas que lo sufren. Una dolencia que requiere de la implantación de una dieta hipercalórica e hiperproteica, rica en antioxidentes y vitamina D para ser combatida con eficacia.

La soledad y el miedo se duplican

El miedo al contagio, escuchar continuamente las malas noticias y la poca o nula movilidad han llevado a cronificar cuadros de deterioro cognitivo, demencias, ansiedad, irritabilidad emocional, y depresiones. También se han agudizado enfermedades psicosomáticas como artrosis, enfermedades cardiovasculares, musculares, respiratorias, obesidad, diabetes y enfermedades auto-inmunes entre otras, que se suman al hecho de no ser atendidos adecuadamente por los médicos especialistas, al encontrarse saturados los centros sanitarios y hospitales.

Bajo el título ‘Impacto de la soledad en los medios de comunicación’ -un informe que revisa un total de 187 artículos y noticias publicadas entre septiembre de 2019 y octubre de 2020- se realiza un análisis de la repercusión de la soledad no deseada a partir de los medios de comunicación. “Este primer informe nos ofrece una revisión documental de enfoque cualitativo con conclusiones preliminares que nos permite trazar un primer camino para evaluar, analizar y concienciar sobre un fenómeno de gran magnitud que es poco visible aún en las esferas de las políticas públicas y a ojos de la sociedad: la soledad no deseada, con mayor incidencia en el colectivo de personas mayores”, apunta Joan Berenguer, director general de Fundación Mémora y co-autor del informe, que subraya que esta problemática no ha hecho si no endurecerse durante la crisis sanitaria.

Pero desgraciadamente los medios de comunicación también han afectado negativamente a la imagen de la población mayor. Y es que, este tipo de publicaciones  también han puesto de manifiesto conductas discriminatorias, al tratarse, en muchos casos, como personas que no contribuyen a la sociedad, o incluso con la decisión de las Autoridades Sanitarias de tomar la edad como criterio en la desescalada.

Como expone el trabajo del experto en geriatría Stephany Bravo-segal y Villar, las imágenes estereotipadas y etiquetas negativas (estigmatización) que aparecen en los medios de comunicación vinculando enfermedad a vejez, deterioro y carga social, ayudan a reforzar el edadismo, o lo que es lo mismo, la actitud de rechazo, en contra de la imagen del envejecimiento activo, resiliente y exitoso, que esta sociedad promueve y construye en constante progresión y que la pandemia ha contribuido a ralentizar.

Positividad y dejarse ayudar

A día de hoy, la situación está más calmada, sobre todo en cuanto a una atención sanitaria no tan saturada. Pero hubo un tiempo en el que ser positivo era la peor noticia. En cambio, ahora solo nos queda eso: ser positivos ante la situación, porque, aunque no sepamos cuándo va terminar, ya vemos luz al final del túnel. Hay que seguir luchando, hay que poder contarlo.

Por desgracia, esta crisis sanitaria no ha hecho más que retrasar los esfuerzos que la atención geriátrica venía pidiendo hace tiempo atrás. Por tanto, el compromiso de empresas como TSYS -dedicada plenamente al sector de los cuidados de las personas mayores-, se ha convertido en un pilar fundamental hacia el camino de la atención personalizada e integral que las personas mayores necesitan en su sistema de salud. Mientras la sociedad sortea obstáculos hasta la llegada de este objetivo, solo nos queda brindaros la mano ante cualquier necesidad que se os presente.

TSYS – Te cuidamos en casa

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