Cuidado a domicilio para personas con Alzhéimer

La enfermedad de Alzheimer es ampliamente conocida y uno de los mayores motivos de preocupación de la población ya sea por encontrarse en una edad que asociamos a cercanía de la enfermedad, o bien por ser familia o conocidos de personas con una edad que supere los 60 o 65 años y temer que la pueda padecer.

¿Pero sabemos qué es? ¿Se puede tratar? ¿Cómo cuidamos a una persona con Alzheimer?

El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa, por lo que irá progresando y creando nuevas afecciones y necesidades en la persona que lo padece y en todas las personas que le rodean.

Cómo cuidar a una persona con Alzheimer

El Alzheimer es el tipo de demencia más extendido y por ello te dejamos los consejos generales para cuidar a una persona con demencia. Pero hay que tener en cuenta que existen diferentes fases y por tanto los cuidados van a ser diferentes.

En una fase leve necesitará supervisión y facilitar la ejecución de las actividades de la vida diaria. En una fase moderada dependerá de un cuidador par realizar estas mismas actividades, comienzan a empeorar en lenguaje y las conversaciones (aunque mantienen las superficiales). Sin embargo pueden aparecer otros problemas como las alucinaciones o delirios, afasia (dificultades en el lenguaje referidos a la producción o comprensión del mismo), apraxia (dificultad para tareas o rutinas aprendidas como vestirse) y/o agnosia (dificultades parciales para reconocer a las personas). En la fase grave la dependencia es absoluta, tienen grandes dificultades para comunicarse o responder a estímulos externos, tienen dificultades de sueño, alteración de comportamiento…

Por todo ello se necesita un diagnóstico y seguir todas las pautas médicas. Debemos supervisarlo y acudir a los especialistas oportunos todas las veces necesarias y transmitir la evolución y resultados de los tratamientos usados. En muchas ocasiones hay que cambiarlos, no pasa nada, cada persona tiene unas características y no hay que conformarse si no vemos bien a nuestro familiar.

Por último y casi más importante, es el cuidador. Si es un familiar quien le cuida debe tener en cuenta los servicios que necesita y a los que tiene derecho: sanitarios, sociales, dependencia, recursos, ayudas… Además, es esencial tener en cuenta a toda la familia, se van a tener que tomar decisiones por lo que reunirse en familia y hablar del presente y del futuro para planificar cada paso con tiempo es fundamental.

Dentro del hogar hay que crear un ambiente seguro. Pueden necesitarse medidas como carteles con recordatorios, temporalizadores, alarmas, detectores, teleasistencia, cerrojos, pulseras identificativas… Observar e ir adaptando el espacio.

Puede que el deterioro haga imposible el cuidado por parte de un familiar o cuidador no profesional y se plantee acudir a un recurso residencial adaptado. Pero si no es el caso ten en cuenta que:

  • Puedes contar con la ayuda de cuidadores profesionales que tendrán estas y otras recomendaciones en cuenta. Tienen la formación y la experiencia necesaria para adaptarse a cada usuario y el estadio de su enfermedad. Contratar un cuidador profesional no tiene por qué ser más costoso que un recurso residencial y su contratación no debe complicarse si se busca una empresa especializada que se ocupe de todos los trámites. Tsys no solo se ocupa de la búsqueda de personal especializado en Alzheimer y de todos los trámites, si no que incluye el pago delegado de las nóminas y garantía durante todo el servicio para sustituciones o cambios.
  • Es muy beneficioso vivir en un entorno familiar, no les vienen bien los cambios por lo que tener en orden sus cosas, continuar con su mobiliario, ropa, colores de casa, cuidados, es algo muy importante en su evolución y bienestar5. Adapta lo necesario: iluminación, tamaño de relojes o aparatos con letras, objetos que puedan estorbar o ser peligros, orden de objetos según su uso (cepillo y pasta de diente, después vaso y toalla, por ejemplo)
  • Crear rutinas les ayuda a ubicarse en el tiempo y el espacio, tener horarios claros y que incluso puedan ver a través de tablas de órdenes con dibujos o relojes de cartón con las rutinas, son herramientas que pueden facilitar su día a día y su estimulación cognitiva y autonomía.
  • Favorece su autonomía, aunque el deterioro sea imparable se puede ayudar a enlentecer y crear mayor sensación de bienestar en la persona. Hay actividades esenciales que seguro puede seguir haciendo: fregar los platos, lavar alimentos, cocinar cosas sencillas, coser, regar… Mantén todo lo posible la autonomía de tu familiar y si no puede solo, ayuda y supervisa, por poco que pueda hacer, si puede que lo haga.

Información sobre Alzheimer

¿Qué es?

El alzhéimer es un tipo de demencia neurodegenerativa caracterizada por tener un deterioro progresivo, sin cambios bruscos y la aparición de una atrofia cerebral progresiva que afecta a todas las partes del cerebro.

Síntomas

La enfermedad de Alzheimer suele comenzar con la pérdida de memoria junto con otras alteraciones en el comportamiento y la personalidad afectando progresivamente a su independencia en las actividades de la vida diaria. Los síntomas más característicos:

  • Desorientación espacio-temporal
  • Alteración del sueño
  • Dificultad o confusión para realizar actividades de la vida diaria
  • Descuido del cuidado e higiene personal
  • Dificultad para realizar gestos espontáneos y algunos movimientos.

Para la Alzheimer’s Association (www.alz.org) existen los siguientes signos de alarma:

  • Cambios de memoria que afectan a la vida cotidiana: olvidar información recién aprendida, pedir repetidamente la misma información y depender de ayuda para hacer cosas que antes hacía solo.
  • Dificultad para planificar o resolver problemas.
  • Dificultad para desempeñar tareas habituales en la casa, en el trabajo o en su tiempo libre.
  • Desorientación en tiempo y lugar.
  • Dificultad para comprender imágenes visuales y relacionar objetos en el entorno.
  • Problemas nuevos en el lenguaje oral y escrito
  • Colocar objetos fuera de su lugar habitual y ser incapaces de recuperarlos.
  • Disminución o falta de juicio para tomar decisiones.
  • Pérdida de iniciativa a la hora de tomar parte en el trabajo o en las actividades sociales.
  • Cambios en el humor o en la personalidad.

Causas

El Alzheimer necesita aún más investigación. Si bien no se ha encontrado una causa clara que desencadene esta enfermedad, se ha relacionado con la acumulación de un tipo de proteína en el cerebro de las personas que lo padecen. Por otra parte, hay una pequeña parte de los casos que son producidos por mutación genética (genes PSEN1, PSEN2 y APP).

Lo que sí se han identificado son algunos factores de riesgo que parecen formar parte de la posible casuística de esta enfermedad aunque, como decimos al principio, se necesita más investigación y no se ha concluido con una causa específica.

Entre estos factores se encuentra la edad, ya que a partir de los 65 años se tiene un 10% más de posibilidades de padecer la enfermedad que con menor edad, y este porcentaje puede llegar hasta el 50% superando los 85 años.

Existen también factores genéticos que pueden llevar a considerar la enfermedad como hereditaria, pero en un escaso 1% de los casos.

Por último, hay que tener en cuenta el riesgo vascular, ya que la posibilidad de padecer la enfermedad cuando se tienen factores de riesgo como la hipertensión, el tabaquismo, diabetes millitus, etc.

Tratamiento

Como explicamos con las demencias, el Alzheimer no tiene cura, pero en este caso sí existen tratamientos farmacológicos e intervenciones psicosociales que ayudan a enlentecer el progreso de la enfermedad. En cualquier caso hay que tener en cuenta que un buen tratamiento debe reunir tres características: personalizado, continuado e integral.

Personalizado, porque el proceso cursa de una manera diferente en cada persona por lo que hay que atender a la persona en cada momento centrándose en ella, su evolución y los recursos con los que cuenta.

Continuado porque comienza con el diagnóstico y el tratamiento pero continúa con el seguimiento y los cuidados durante y hasta el final, teniendo en cuenta a la persona y a su familia.

Integral porque comprende tanto tratamiento farmacológico como psicosocial. Los cuidados, la familia, el entorno, la estimulación, el acompañamiento y el apoyo a la autonomía son pilares fundamentales.

Lo que sí se han identificado son algunos factores de riesgo que parecen formar parte de la posible casuística de esta enfermedad aunque, como decimos al principio, se necesita más investigación y no se ha concluido con una causa específica.

Entre estos factores se encuentra la edad, ya que a partir de los 65 años se tiene un 10% más de posibilidades de padecer la enfermedad que con menor edad, y este porcentaje puede llegar hasta el 50% superando los 85 años.

Existen también factores genéticos que pueden llevar a considerar la enfermedad como hereditaria, pero en un escaso 1% de los casos.

Por último, hay que tener en cuenta el riesgo vascular, ya que la posibilidad de padecer la enfermedad cuando se tienen factores de riesgo como la hipertensión, el tabaquismo, diabetes millitus, etc.

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