En la sociedad actual, estamos viviendo una paradoja difícil de ignorar. Por un lado, se insiste en la importancia de positivizar el envejecimiento, de dignificar a las personas mayores, de reconocer su sabiduría y su valor. Por otro, se evita a toda costa nombrar la vejez como lo que es: una etapa natural de la vida. Se ha llegado a un punto en que parece casi ofensivo decir “viejo” o “envejecimiento”. Se prefiere hablar de personas mayores, gente grande o generación plateada, como si el simple hecho de evitar ciertas palabras hiciera desaparecer la realidad que representan.
Pero la realidad no se desvanece con eufemismos. El paso del tiempo es inevitable y, aunque se pueda envejecer con dignidad y bienestar, la edad no mejora a nadie. Podemos ganar en experiencia y conocimiento, pero no en juventud. Se puede perder peso, fortalecer la musculatura, aprender nuevas habilidades, pero el envejecimiento sigue su curso, y negar sus efectos es tan absurdo como creer que no hablar de la muerte evitará que ocurra.
Es más, esta negación de la vejez es una contradicción flagrante: se dice querer enaltecer la edad provecta, la acumulación de sabiduría que trae consigo, pero se evita nombrarla. ¿Cómo se puede dignificar algo que ni siquiera se puede mencionar? Es como si en la Silver Economy, esa que habla de la gran oportunidad de negocio que representan los seniors, se considerara positivo todo lo relacionado con el envejecimiento… salvo el hecho mismo de envejecer.
El Problema de la Negación de la Vejez
La corrección política, en su afán por proteger y dignificar a las personas mayores, ha caído en una trampa semántica que en realidad desvaloriza su experiencia y su presencia en la sociedad. Los efectos de esta negación se manifiestan en múltiples ámbitos:
1. Lenguaje Eufemístico: ¿Hablar de vejez es ofensivo?
Se ha instalado la idea de que usar la palabra viejo es peyorativo. Pero ¿acaso no es peor negarle su existencia? Un niño es niño, un joven es joven y un viejo es viejo. La vejez no es un insulto, es un estado vital. Y es, además, la única etapa de la vida a la que todos aspiramos llegar. Es curioso cómo muchos defienden la dignidad de la vejez, pero les incomoda la palabra. Como dice el refrán, el que lo huele, debajo lo tiene.
2. La Mercantilización del Envejecimiento: "Silver Economy", pero sin arrugas
En el ámbito del consumo, el envejecimiento se ha convertido en un gran negocio. Se venden productos y servicios para seniors, pero siempre con un matiz de negación: cosméticos anti-age, viajes para gente activa, tecnología para jóvenes de espíritu. Todo parece girar en torno a evitar que se note la edad, en vez de promover que se viva con plenitud. Si la vejez es tan digna y valiosa, ¿por qué todo lo relacionado con ella se vende con la promesa de que te hará parecer más joven?
3. Desconexión con la Realidad Biológica: La edad no perdona
Podemos cuidarnos, mejorar la alimentación, mantenernos activos, pero la biología sigue su curso. El envejecimiento es devastador, antes o después. No se trata de caer en el pesimismo, sino de aceptar que los cuerpos cambian y que lo importante no es negar ese cambio, sino afrontarlo (y enfrentarlo) con dignidad. No reconocerlo es ridículo e infantil.
4. El Impacto en el Reconocimiento Social: Invisibilizar lo evidente
Negar la vejez como concepto es también negar la importancia de quienes la transitan. Si el mundo evita hablar de los viejos, los trata como si fueran invisibles. Y esto tiene consecuencias:
- Se desvaloriza su sabiduría y experiencia.
- Se les infantiliza, tratándolos como si fueran niños en vez de adultos con plenas capacidades.
- Se fomenta una cultura en la que solo es valioso lo joven, lo nuevo, lo inmediato.

La Vejez como Parte del Ciclo Vital
Envejecer no es un problema, es una parte de la vida. Así como la infancia, la adolescencia y la juventud tienen su espacio y su valor, la vejez también lo tiene. No es ni mejor ni peor, simplemente es. Es tan digno ser viejo como ser niño. Y en TSYS trabajamos cada día por dignificar el envejecimiento, asegurándonos de que las personas viejas reciban los cuidados y el reconocimiento que merecen, sin caer en paternalismos ni en eufemismos vacíos.
Uno de los grandes retos de nuestra sociedad es asumir el envejecimiento como lo que es: una etapa de la vida con sus propias particularidades y necesidades. No se trata de disimularlo ni de adornarlo, sino de afrontarlo con respeto y sensatez.
¿Qué Podemos Hacer?
Si realmente queremos dignificar la vejez sin caer en la negación absurda, debemos:
No hay nada ofensivo en decir vejez o viejo. Es un estado natural de la vida, y negarlo solo contribuye a la discriminación.
En lugar de obsesionarnos con la apariencia, debemos centrarnos en la riqueza de conocimientos, aprendizajes y valores que aportan las personas mayores.
No se trata de romantizar la vejez ni de negarla, sino de aceptar sus retos y sus riquezas. Para ello, debemos desarrollar políticas públicas y modelos de atención que realmente acompañen a las personas mayores, a l@s viej@s, en este proceso.
Tratar a los viejos como si fueran niños es una forma de discriminación, aunque se disfrace de buenas intenciones. La verdadera inclusión pasa por escucharlos y darles el protagonismo que merecen.
Conclusión: Dignificar la Vejez, No Disfrazarla
La corrección política que niega la vejez no la hace desaparecer, solo la estigmatiza más, con paternalismo vacuo. La verdadera positivización de la edad radica en aceptarla sin miedo, con sus retos y sus riquezas, y en construir una sociedad donde envejecer sea sinónimo de plenitud y respeto.
En TSYS creemos que la vejez no es un problema a solucionar, sino una realidad a gestionar. La vejez se debe vivir con dignidad. Y para ello, lo primero que debemos hacer es nombrarla sin miedo. Porque lo que no se nombra, no se reconoce. Y lo que no se reconoce, se margina.
Firmado: María Jesús Bárcenas
Directora General TSYS