A lo largo de la historia, existe algo indiscutible. Las mujeres siempre han estado al cargo de los cuidados, una labor fundamental que cubre una necesidad básica del ser humano durante las diferentes etapas de la vida. Somos cuidados durante nuestros primeros pasos hasta adquirir la suficiente autonomía; también cuando estamos sufrimos alguna lesión o enfermedad y; por último, necesitamos de la ayuda de otros cuando nuestras capacidades se ven mermadas por patologías derivadas del envejecimiento. El cuidado está presente durante toda nuestra vida.
Por tanto, se trata de una función vital que tradicionalmente ha sido cubierta por las mujeres a lo largo de la historia. Madres, hermanas, abuelas, tías y vecinas han estado ahí cuando la situación lo requería, mientras que los hombres adoptaban el rol de la protección, así como de proveedor de alimentos y materiales. Puede que los tiempos hayan cambiado, pero los cuidados siguen siendo esenciales.
No obstante, ¿se les da un valor y un reconocimiento equiparables a su importancia en nuestras vidas? Puede que al haber sido tradicionalmente cubiertos por nuestras familiares haya hecho que menospreciemos su relevancia, pues históricamente no han padecido escasez, como sí se han presentado hambrunas o falta de mano de obra.
Llegado el siglo XX, el mercado evoluciona demandando un mayor volumen de empleados que es paliado con la inclusión de la mujer al mundo laboral, pero ¿quién palia la falta de cuidados a consecuencia de este cambio de paradigma? Los cuidados siguen siendo necesarios, pero ya no cuentan con la figura de la mujer para hacerse cargo a tiempo completo de ellos.
Ayer y hoy, la mujer al frente de los cuidados
La conciliación laboral-familiar surge como nuevo problema social a resolver, que precisa de servicios externos para su correcto y equilibrado desempeño. Es ahí cuando entran las niñeras, en el caso de los hijos, y las cuidadoras externas e internas, en caso de los padres. No obstante, es la mujer quien sigue adoptando mayoritariamente este rol, ya sea dentro del entorno familiar como de forma privada.
Céntranos en los datos, en la actualidad, según el último estudio CuidadorES, de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología y Lindor, el 88,5 por ciento de los cuidadores en España son mujeres.
Pero, desde nuestro punto de vista, la problemática real no se encuentra en que esta función siga estando encabezada por mujeres. La realidad es que, de ese total, el 47,5 por ciento de estas cuidadoras son familiares de la persona en situación de dependencia y que, por tanto, no cuentan con una dedicación exclusiva en esta tarea. Muchas de ellas, lo compaginan con su trabajo, así como con la atención de sus hijos. Por lo que, claramente, esta tarea tradicionalmente realizada por mujeres, se complicado sustancialmente en la actualidad.
En TSYS conocemos de primera mano esta problemática, puesto que llevamos más de 20 años ofreciendo servicios de cuidados a nuestros clientes y sabemos las consecuencias indirectas que esta situación puede generar a largo plazo, tales como dolores musculares, cansancio, estrés e insomnio, entre otros. Y es que más de la mitad de estas mujeres, de entre 40 y 50, acaban por ver afectada su salud física o mental.
La incapacidad de llegar a todo lo que nos proponemos genere diversos sentimientos negativos, derivados de una exigencia autoimpuesta por cumplir unas expectativas más propias de Wonderwoman que de un ser humano. Así, surgen sentimientos de culpa, soledad, tristeza, ira, ansiedad y, sobre todo, frustración.
Por ello, si eres una de ellas, no dudes en confiar en la ayuda de terceros si la situación lo requiere. Existen diversas formas de aliviar tu carga, así que escoge la que mejor se adapte a ti.
Las trabajadoras sociales de TSYS se enfrentan diariamente con esta problemática en mente, porque hay circunstancias que no requieren únicamente de un cuidador. La mediación entre todas las partes es fundamental para mantener un ambiente que propicie un buen estado de ánimo, así como la intervención psicológica en alguno de los casos. Por tanto, si no puedes con todo, no te sientas. Pide ayuda.
No dudes en contactar con nosotros. Nuestras trabajadoras sociales estarán encantadas de escucharte.